HISTORIA
A caballo entre Sevilla y Córdoba y a orillas del gran río vertebrador de Andalucía, se encuentra el municipio de Tocina. Su enclave en el corazón de la Vega Media del Guadalquivir sitúa a la localidad en un lugar privilegiado para la agricultura y las industrias derivadas. En su paisaje predominan los árboles frutales, que se convierten en un espectáculo de colores y fragancias en primavera: podremos apreciar las grandes extensiones del blanco azahar de los naranjos y la flor rosácea de los melocotoneros, árbol de la misma familia de los almendros. Tocina y Los Rosales es tierra ideal para el cultivo y así ha sido a lo largo de la historia. Por lo tanto, no es raro que fuese enclave para asentamientos humanos desde los albores de la humanidad.
Los restos arqueológicos localizados en diversos puntos de este espacio apuntan hacia una primera ocupación en época neolítica. Aunque contados y aislados, indican una continuidad del hábitat humano, desde aquel período hasta época musulmana.
Las primeras citas y referencias son de época romana. Aunque no pueden asimilarse con absoluta certeza los topónimos de Tocina en dichos periodos (Oducia, Tusciana, Tuccilla), la localización, sin embargo, de dos áreas de cierta extensión y valor arqueológico en puntos muy cercanos al actual municipio -Fuente del Mocho y Huerta Paco Pozo- permite plantear, con reservas, ciertas hipótesis en favor de la existencia de dicho enclave. Algunos estudios filológicos apuntan en el mismo sentido.
Tras la conquista musulmana las tribus árabes mejor situadas en la escala social se asentaran en las estas fértiles tierras, como es el caso de Los Abadíes. El primer miembro de la familia llegó a Al-Andalus en los primeros tiempos de la llegada del Islam (740 d.C). Los Banu Abbad procedían del distrito sirio de Emesa y se instalaron en la alquería de Yumin o Yawmayn, en el distrito de Tushana, la actual Tocina. Durante este periodo, Tushana era además de una alquería un distrito,y cobraría la importancia de ser el origen de una noble zaga, la Cuna de los Abadíes, Reyes Poetas.
Cuenta un manuscrito árabe anónimo del siglo XI conservado en la biblioteca de París (Ajbar Machmua), que Abderramán I, el primer Omeya, quien se convirtiera en el primer emir independiente de Al-Ándalus, pasó revista a sus tropas en el distrito de Tushana, y juró el estandarte presente en toda la dinastía Omeya. Dicho episodio es considerado por algunos como el Origen Mitológico de la bandera de Andalucía, ya que fueron los colores andalusíes los que inspiraron a Blas Infante (1885-1936) para la elección de la bandera blanca y verde.
Según los manuscritos, el bisabuelo de Almutamid, fue zabazala (encargado de dirigir la oración en las mezquitas) en la arquería de Tushana.
Lo que conocemos hoy por Tocina tiene su origen tras la conquista cristiana en 1.248. Es a partir del siglo XIII cuando se define el espacio ocupado por el actual núcleo de población y su término. La tarea corresponde a la Orden de San Juan de Jerusalén, la Orden de Malta, que recibe, por su participación en la conquista, tierras y bienes con los que formó un señorío que mantuvo hasta el siglo XIX.
En el siglo XIV Tocina era una encomienda, es decir, un territorio cuya administración y gobierno se encomendaba a un caballero de hábito de la Orden, un comendador, con una serie de privilegios y prerrogativas (cobro de ciertos tributos, con los que mejoraba la encomienda y aportaba ingresos a la Orden; facultades para elegir miembros del concejo y de la parroquia, etc...). Su repoblación se inicia en el mismo siglo y en el XV. Por el siglo XVI y XVII debía ser una encomienda rica, a juzgar por las obras. En el siglo XVIII la encomienda de Tocina es una de las más ricas de la Orden en Castilla a pesar de su reducido término.
De principios del siglo XVIII son la construcción del actual templo parroquial, sobre los restos de la antigua iglesia de la misma advocación -San Vicente Mártir-, cuyo interior se exorna con numerosas obras, y el aspecto que hoy muestra la ermita de la Soledad. Su población oscilaba entre los 1.200 y 1.500 habitantes.
El siglo XIX, como sucede en el resto de la Península, comienza con mal pie, como puede deducirse de la escasa pero expresiva documentación conservada. La crisis de principio de siglo afecta lógicamente a Tocina. La Guerra de la Independencia también afectó a Tocina, ya que varias partidas de hombres participaron en el enfrentamiento bélico contra los franceses a principios de este siglo. La entonces recién construida ermita del Cristo de la Vera cruz, en lo que hoy se conoce como Pozo de la Ermita, fue destruida por el ejército francés.
La crisis de este siglo también afectó a la floreciente industria de telares, de los once que existían, sólo uno mantenía su señorío, hasta su desaparición a finales de siglo.
El nacimiento de Los Rosales se produce en el siglo XIX al amparo del nudo ferroviario formado por las líneas Córdoba-Sevilla y Córdoba-Zafra, así como de la estación y de las instalaciones de abastecimiento para los trenes que se agrupan en torno a ella. La instalación del ferrocarril motiva la construcción de las primeras viviendas. En 1.926 comienzan a ponerse en riego las tierras de los alrededores y se inaugura una azucarera, construyéndose un pequeño barrio para sus empleados. Todo ello provoca unas buenas perpectivas económicas, que atraen inmigrantes y originan un crecimiento de la población.